Detrás de las cámaras de King Lines

05-03-2009

versine in italiano Carta publicada en el número de Agosto 2008 de la revista CampoBase por parte de Nora Dorian

Hace 5 años, después de un accidente que se vio seguido de varias operaciones en una rodilla, conocí un grupo de escaladores. Estaba muy deprimida y conocerlos fue muy positivo a nivel personal. La relación de amistad que existía entre los miembros del grupo y mi afán por esa nueva actividad que acababa de descubrir me ayudó mucho.

La escalada es un deporte de equipo, que te empuja a estar con amigos, a conocerte a ti mismo, a confiar en los otros. Conquistar una altura implica aptitudes, responsabilidades, conocer y fundirte con la naturaleza. En definitiva, te obliga a superarte continuamente. Vivo en Mallorca, en un rincón querido y apreciado no solo por los propios mallorquines y turistas, sino también por escaladores de todo el mundo.

En 2006 estuve en Cala Serena, Mallorca, junto a Udo Neumann, Jan, y Simon, todos ellos ex y actuales escaladores. Allí nos encontramos con Chris Sharma, Brett Lowell, Peter Mortimer y Miguel Riera. Cala Serena, por sus acantilados verticales y desplomados, cuevas y techos, ofrece una gran cantidad de posibilidades para practicar psicobloc/DWS. Allí no hay playa. Si caes, la única forma de salir del agua es por una cuerda atada a la pared. Pero si hay olas grandes o corrientes fuertes es casi imposible salir del agua sin la ayuda de alguien.

Aquel día el mar estaba muy embravecido. No parecía aconsejable escalar en aquellas paredes sin una cuerda sobre el agua. Sin embargo, como si se hubiera despedido de los demás para siempre, Miguel empezó a bromear, dejándonos sus pertenencias: móvil, llaves del coche, reloj... Chris se marchó justo antes de que Miguel empezara a escalar, deseándole suerte. Brett, colgado en la pared estaba listo para filmar. Peter bajó a la repisa para las tomas laterales. Yo y los otros 3 que allí nos encontrábamos aprovechamos el momento para hacer unas cuantas fotos.

Miguel empezó a escalar una vía fácil, adoptando posturas teatrales para las cámaras. En un momento dado, fingiendo una caída, saltó al mar.

Inmediatamente se dio cuenta que no podía acercarse a la pared para salir. Cada intento por acercarse le resultaba cada vez más y más difícil y le iba agotando lentamente. Miguel se asustó mucho. Nos gritaba para que avisásemos al 112. Sin darnos casi cuenta, nos vimos todos inmersos en una situación en la que teníamos que rescatar a una persona sin estar preparados para ello. La situación era muy tensa y comprometida.

Jan y yo fuimos corriendo de casa en casa buscando un flotador. Finalmente encontré a un niño que nos dio uno, aunque deshinchado. Jan lo hinchó tan rápido como pudo y en pocos segundos lo ataron a una cuerda que Udo trajo del coche. Udo iba a lanzar el flotador al agua, pero dado su poco peso y el fuerte viento que soplaba, lo más probable es que hubiese acabado estampado contra la roca y pinchado. En vista de esto, y sin decir nada, me quité las sandalias, cogí el flotador, destrepé la pared hasta que llegué a pocos metros del agua y me salté, nadando con una mano agarrando el flotador y con la otra acercándome a Miguel.

Al llegar junto a él, Miguel se agarró a la cuerda y me dijo: "de todos los que había allí, ¿te tiraste justo tú?" Pero aún tenían que sacarnos de allí. Para ello, los chicos tiraron de la cuerda hasta que llegamos cerca de la otra cuerda que estaba atada al acantilado. Con otra muestra de valentía, Miguel salió del agua el primero, mientras yo me quedaba luchando contra las olas. Al salir del agua, Peter, que estaba filmando, me dijo: "¡Suerte de tener compañeros de escalada como tu!”.

Después de lo pasado, Peter me prometió el materialgrabado aquel día, pero tuve que ver King Lines para entender por qué no me lo mandó. Después de casi dos años de lo sucedido allí, Peter y Josh presentaron “King Lines”, una película que recibió varios premios. Viéndola reconocí momentos que viví en Cala Serena. En la secuencia de la película, Miguel crea a su alrededor una imagen espectacular, donde un acto de imprudencia y falta de respeto a sus amigos y la naturaleza, que pudo haber tenido un final dramático, se transforma en un acto de coraje y valentía. La secuencia dura poco, pero es impactante para el público.

En la película se omite lo que realmente sucedió. No dice nada del momento en el que salté sobre las olas para salvar a Miguel, ni de los cinco testigos que se quedaron sobre el acantilado.
Los realizadores de la película escogieron secuencias de distintas grabaciones, en dos lugares diferentes (a 10 kilómetros de distancia) y días distintos. Mediante un trabajo de postproducción recrean una situación inexistente y ficticia editando el material de tal manera que parezca una filmación de un solo día.

Sin embargo, se aprecian claros fallos, aunque a primera vista no se distinguen (Miguel lleva los pantalones de colores diferentes mientras escala y al salir del agua después de la caída; Chris lleva pantalones amarillos en el acantilado antes de tirarle el flotador, y rojos cuando se lo tira). La película pretende mostrar la valentía del escalador que se tira al agua, y el gran espíritu del compañero que le salva, que en el film es Chris Sharma y no yo.

Creo que todos debemos tener en cuenta nuestros límites. Para conquistar la naturaleza, en este caso las alturas o la fuerza del agua, practicando este tipo de deporte, tenemos que respetarlos. Un momento de estupidez, como bien lo reconoce en la película Miguel Riera "only stupids like me...", puede llevarnos a perder la vida, arriesgando también la de los demás. Y esto no puede ser transformado impunemente en un acto de coraje. Para mi fue realmente decepcionante ver como, en la conferencia de Chris Sharma del 13 de mayo en Palma de Mallorca, en el teatro Xesc Forteza, al ser preguntado, ante más de 300 personas, si alguna vez se había visto en la situación de tener que rescatar a alguien, respondió que sí, atribuyéndose la escena del rescaté a Miguel, adjudicándose todos los méritos.

Me pregunto, ¿por qué un escalador tan bueno y carismático como Chris Sharma se involucra en un engaño tan comprometido con esta mentira tan penosa?

¿Cuántas verdades como esta esconde King Lines? ¿Cuántas mentiras parecidas sigue contando Chris Sharma?

Lo último que me esperaba cuando empecé escalar fue encontrarme con mentiras tan grandes en el mundo de la escalada.

Sinceramente, me lo imaginaba como algo mucho más honesto. La gente olvida rápidamente las cosas, recuerda solo lo que quiere, y los que no saben de lo que va una historia, prefieren cuentos bien contados antes que la verdad.

NORA DORIAN

Este artículo ha sido publicado en Escalibur.eu gracias a la concesión de la revista

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